Llego la última al bar, me pido una copa y voy junto a mis compañeros de programa.
Me siento e intento introducirme en las conversaciones………. pero estoy distraída.
Me estoy imaginando a mí misma de rodillas sobre los cojines del sofá besando el
pecho desnudo del sexy australiano que conocí la semana pasada.
Mi interior se enciende con la chispa de mi imaginación.
Me he acalorado y sonrojada, aparto la mirada.
Doy el primer trago a mi bebida y una gota se desliza hasta caer sobre mi muslo.
Chisteo en desaprobación.
Llevo la mano hacia esa zona y al hacerlo una grata sensación fluye por mi piel
cuando mi mano entra en contacto con mi vestido.
Peligrosamente, levanto la ceja y escruto a mis compañeros…
Nadie se fija en mí, así que comienzo a deslizar la mano por encima de la suave tela.
Poco a poco la deslizo hacia el interior de mi muslo mientras mi corazón se acelera al
ritmo de la música. Contengo la respiración para no hacer ruido y miro nerviosa a todos
lados.
Me muerdo el labio… pero continuo avanzando.
Me encanta la sensación y continúo adentrándome en terreno peligroso…
¡Dios! ¿Cómo alguien me pille…?
Sigo… sigo avanzando, sigo avanz…
~ ¡Aahh!
Al tocar mi clítoris doy un increíble respingo de placer. Todo el mundo se gira y me
mira pero disimulo intercalando una falsa risotada.
Me enfado conmigo misma.
“¡Joder! ¡Estoy loca! ¡Mierda!”
Frunzo el ceño y cruzo los brazos alrededor de mi pecho como una niña pequeña a la
que acaban de castigar.
“¿¡Y si me llegan a pillar!?”
Respiro hondo y me digo a mi misma.
“Tranquila, aguanta, que esta noche vas a follar.”